Cláusulas: la banca se juega el poco crédito que tiene
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Madrid
En medio de los abusos de algunos en los precios navideños, de los líos tradicionales de los festejos y celebraciones familiares de las Navidades, de los cambios de los regalos, de lo que queda para Reyes, el Tribunal de Justicia Europeo ha traído el regalo del año a más de tres millones de afectados/engañados/estafados por las cláusulas suelo de las hipotecas: deberán devolverles todo lo que les han cobrado en exceso desde el inicio de las mismas, en 2009. Más de 4.000 millones de euros. Mucho dinero que recibirán y mucho dinero que se rebajará en su cuotas mensuales. Una "broma" que ha dejado malparada a la clase política y que, sobre todo, ridiculiza la postura del mismísimo Tribunal Supremo que, en un sentencia más que polémica, reconoció la irregularidad de las mismas pero solo exigió, ¡para salvaguardar a la banca!, devoluciones desde su sentencia, en 2013.
Pasados estos años de angustia para miles y miles de familias, y ya con recursos cero para las entidades bancarias, como decía el otro día en mi videoblog de los viernes, únicamente cabe una actitud totalmente diferente a la que han tenido estos últimos años las entidades: han perdido en todos los frentes y nada mejor para tratar de recomponer puentes con sus clientes – con todos, incluso los no afectados – que facilitar las devoluciones de las cantidades que corresponden a cada uno de ellos, sin trampas, con absoluta transparencia, si seguir buscando resquicios que les permitan retrasar los pagos o arañar un euro por aquí y otro por allí.
Es el camino que tenían que haber tomado hace mucho y su imagen no estaría tan deteriorada. Pero no fue así y ahora tienen una nueva oportunidad. ¿La última? Ya lo "avisó" hace unos día el presidente de la Asociación Española de la Banca, AEB, José María Roldán, cuando dijo que "si daban puñaladas de pícaro" sería complicado mantener una relación a largo plazo.
Ya he dicho alguna vez aquí, y en mi programa, que uno de los retos fundamentales de la banca ahora mismo no son solamente los nuevos negocios que les comen terreno o las tecnologías sino, también, recuperar la imagen frente a sus clientes. Y harían mal pensando que tan solo han perdido el crédito con los afectados/engañados/estafados de las preferentes o las cláusulas suelo: también lo han perdido frente a muchos otros clientes que han visto sus malas artes, sus maniobras, sus engaños, sus tretas… ¡y su falta de humildad para reconocer sus graves errores! ¿Quién confía en un compañero de viaje así?
Si quieren seguir con el negocio, deberán buscar salidas para – sin que se los impongan – facilitar todo a sus clientes, a sus abogados, a las asociaciones de consumidores que los representan. Sin necesidad de nuevos procesos judiciales, que alargarían las soluciones y quebrarían definitivamente la poca confianza que hay en las entidades.
Los afectados lo han pasado tan mal por estas políticas oscuras y han perdido tanta confianza en las entidades, que una buena parte han tenido que acudir a despachos jurídicos o asociaciones de consumidores para que les busquen soluciones. No en ventanilla, o en el despacho del director como antes.
Por eso alrededor de sus engaños han nacido negocios jurídicos que buscan un lícito beneficio pero que, sobre todo, denota la absoluta desconfianza que el cliente tiene en su banco. Tanto que, para muchos, ha dejado de ser su banco… Y para muchos otros de los que están fuera ha quedado clara otra cosa: no son "amigos"; es un negocio y, muchas veces, sin escrúpulos.
