Pónganse en faena
Josep Ramoneda reflexiona sobre la democracia interna en Podemos, el impuesto de sociedades, el fenómeno Trump...
Barcelona
Por primera vez, Pablo Iglesias e Iñigo Errejón han contado sus fuerzas y el primero ha ganado por los pelos la consulta sobre las reglas del Congreso de Podemos. Una mala noticia para Iglesias que ha apostado por la vía del liderazgo carismático, un modelo que exige ganar por goleada. La moraleja es muy simple: pónganse de acuerdo, repártanse los papeles y las responsabilidades, fijen una línea política compartible y póngase en faena, es decir, a la construcción de una alternativa de gobierno. De lo contrario, entraremos en la cuenta atrás de una nueva gran frustración de la izquierda. Si de lo que se trata es de que vaya entrando en la cabeza de la gente que Podemos puede llegar a gobernar, ahora tienen una oportunidad inmejorable de marcar puntos, demostrando de momento que son capaces de gobernarse a sí mismos.
El dinero no cede. El gobierno sube el impuesto de sociedades para que contribuyan a equilibrar las cuentas y Rosell, el presidente de la patronal pone el grito en el cielo. Es un atentado a la marca España, dice. ¿Qué propone? ¿Un paraíso fiscal para hacerla más atractiva?
Dice Henry Kissinger: “El fenómeno Trump es en gran parte una reacción de la América media a los ataques de los intelectuales y de la comunidad académica contra sus valores”. Kissinger de este modo, coloca a Trump en la onda de la restauración conservadora, favorece la reconciliación del partido republicano con el presidente electo –es de los nuestros- y confirma lo que ya sabíamos que Trump no tiene nada de antisistema, simplemente es el plan b del sistema. La bolsa americana lo certifica cada día.
En este año de tonos oscuros e imprevisibilidad latente, ¿hay alguna señal que aporte un poco de luz? A pesar de las opciones que los ciudadanos han tomado en Estados Unidos o en Gran Bretaña, se ha constatado que la gente todavía cree en la utilidad de la política. Se resiste a renunciar a ella. Y toma posición, aunque pueda ser por el camino equivocado. Ahora falta que los gobiernos salgan de su autismo y se decidan a escuchar a los ciudadanos, en vez de reñirles porque no votan lo que toca.