Europa se borra de Siria y dispara a Grecia

Madrid

El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos, decían en Casablanca. Y esta Europa del 2016 ha acuñado su propia versión: el mundo se desploma y nosotros seguimos obsesionados con Grecia.

A las doce de la noche ha terminado el Consejo Europeo, la reunión de los jefes de Estado y de Gobierno de los países de la Unión, los que mandan ahora en realidad, después de despojar de poder efectivo a la Comisión Europea. Han terminado a las doce de la noche, y no han tomado ninguna decisión relevante sobre ninguno de los grandes asuntos que están descolocando la relación de fuerzas e intereses en el planeta.

Se van los británicos, llega Trump, Putin y su alianza con Irán decantan el triunfo de Al Asad en la guerra en Siria, la extrema derecha marca el paso del discurso en Europa sobre unos refugiados que no acaban de llegar por el torpedeo de los gobiernos del este y el pánico electoral de los demás. Y de la cumbre que ha terminado esta noche en Bruselas solo podemos contarles dos cosas:

Una: sobre Siria. La propia Angela Merkel ha hablado de impotencia: "hemos constatado que podemos hacer menos de lo que nos gustaría". O sea, nada, ni agilizar la llegada de refugiados ni siquiera exigir a Rusia respeto a los derechos humanos en la evacuación que se está produciendo ahora mismo en Alepo, entre denuncias de ejecuciones sumarísimas y barbarie. Europa se borra por tanto del conflicto que marca este principio de siglo.

Y dos: ha habido tensión entre Francia y Alemania porque en realidad la única decisión que ha tomado la zona euro esta semana es retirar las medidas de alivio de la deuda a Grecia porque a Tsipras -que ha sido un alumno obediente a todas las imposiciones de la Troika- se le ha ocurrido dar una paga extra de Navidad a las pensiones más bajas. Francia ha dicho con vehemencia que no se puede condenar a los griegos a la austeridad eterna. Pero Alemania ha impuesto su lógica austericida.

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Liderazgo alemán, sobre el que ha sido demoledor esta noche en una entrevista en televisión, Romano Prodi, el ex primer ministro italiano que era presidente de la Comisión Europea en el nacimiento del euro. “Alemania es el país más fuerte por sus propios méritos, por su estabilidad política, su economía”, dijo, “pero el liderazgo es otra cosa: es darse cuenta de los problemas del resto y eso no lo saben hacer”.

Prodi reprocha a Alemania, entre otras cosas, haber antepuesto su calendario de elecciones regionales al interés europeo. “Era un problema que podíamos haber resuelto con treinta mil millones de euros, pero Alemania dijo no”. No era un problema Bruselas-Atenas, ha remarcado Prodi, sino un problema Berlín-Atenas que provocó que los treinta mil millones de euros se convirtieran en un problema de 300 mil millones en solo tres meses.