Anuncios del Gobierno, reformas y contradicciones

Madrid

Este martes viene otra vez cargado de noticias de economía: unas hablan de la gestión de nuestros recursos en años pasados y otras de reformas imprescindibles para nuestro futuro inmediato.

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Del pasado, con herencia en el presente: el fracaso del modelo de autopistas de peaje. Ideado durante la etapa Aznar, lo vamos a pagar entre todos, y ya sabemos cuándo nos va a llegar la factura. Será previsiblemente en julio. Ese es el horizonte que marcó ayer el ministro de Fomento, si es que no se produce un milagro antes.

Son en total nueve vías que en su día planificó el Gobierno, pero que pagaron mediante adjudicación diferentes constructoras que compensarían la inversión con el negocio del peaje. Se hicieron bajo unas previsiones de tráfico que se demostraron ciencia-ficción. Como las cuentas no cuadraban, las autopistas terminaron en manos de sus acreedores, los bancos, que las vendieron a fondos de inversión. Una situación que complica aún más la posibilidad de llegar a una solución negociada y menos costosa para las arcas públicas. Conclusión, la patronal de la construcción estimó en su día que el rescate nos costaría 5.700 millones de euros, la misma cantidad, por ejemplo, que los Presupuestos de 2016 dedicaban a investigación y desarrollo. Diecisiete años después del último gobierno Aznar todavía hoy asumimos consecuencias económicas.

Y dos, una reforma eternamente pendiente en España: no sabemos si es un globo sonda más o esta vez va de verdad, pero el gobierno ha abierto el debate sobre los horarios. Invita a patronal y sindicatos a hacer posible que preferiblemente la jornada laboral acabe en España a las 6 de la tarde. Claro, que a la vez este mismo gobierno aprobó una reforma laboral que ha permitido el despido de miles de trabajadores, reducción de plantilla que en muchos sitios resuelven con horas extraordinarias de los que se quedaron y que no, no salen a las seis de la tarde.

Pero bienvenido el debate, un debate que afecta a toda la sociedad. Jornadas laborales de la mañana a la noche, madres y padres que llegan a casa cuando los hijos llevan horas fuera del colegio, el prime time televisivo más tardío de nuestro entorno y que ha ido deteriorándose además -hace 25 años los telediarios de la noche empezaban a las 8 y media de la tarde-, partidos de fútbol que empiezan a las 8, a las 9 o a las 10 de la noche, horarios comerciales inabarcables para atender a trabajadores que salen tardísimo de sus empresas... Y así, ustedes mismos podrían ir poniendo ejemplos hasta el infinitivo, como vienen haciendo los oyentes de la SER desde que les pedimos su opinión esta mañana.

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