Un desastre periodístico. Sin matices
¿Una cueva en Afganistán para buscar un especialista en esa enfermedad impronunciable? ¿De verdad que alguien puede tragarse semejante despropósito sin que el intelecto le lance una llamada de atención ante esa faramalla?
EL OJO IZQUIERDO: 'Un desastre periodístico. Sin matices'
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Madrid
La mayor víctima de la sórdida historia ha sido la pequeña Nadia, 11 años, aquejada de una terrible y rara enfermedad de origen genético, la tricotiodistrofia. Paseada por platós y exhibida como un fenómeno de feria, deberá penar desde ahora, además, con la mochila de tener, desdicha sobre desdicha, unos padres tan desaprensivos como sinvergüenzas.
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Permitan decir a este Ojo, nacido en sus orígenes como catavenenos de miserias periodísticas, que la historia le ha removido las pajarillas de los adentros, profundamente dolorido por la tragedia de pertenecer a una sociedad, y a una profesión, que consiente a unos medios de comunicación, y a unos reconocidos profesionales, tanta desidia, tanta indolencia, tanta incompetencia, sin exigir una muy sonora rectificación en la plaza pública.
¿Una cueva en Afganistán para buscar un especialista en esa enfermedad impronunciable? ¿De verdad que alguien puede tragarse semejante despropósito sin que el intelecto le lance una llamada de atención ante tamaña faramalla? ¿Puede cualquiera llegar a un periódico o un plató de televisión y soltar lo que soltó durante días Fernando Blanco, con la pobre Nadia a su lado, sin que ninguno de las decenas de redactores haga la menor gestión para comprobar la veracidad de esta truculenta historia que repugna a la inteligencia? ¿Y cómo prestarse, además, a recaudar fondos sin unas garantías fiables que refrenden la rapiña?
Un horror. Un auténtico horror.