Rajoy nunca deja tirada a su pandilla

Madrid

En Estados Unidos Donald Trump está haciendo una especie de Gran Hermano VIP del facherío; no le falta ni la cuota conspiranoica. Daría lo que fuera por ver esas entrevistas de trabajo, esos castings. Imagino a los aspirantes llegando a la Trump Tower con una caja de frutas y un cencerro diciendo que el mundo se va acabar.

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Podríamos decir que Leonard Cohen y el mundo últimamente no se encuentran muy bien. Pero no se acaba, prueba de ello es que Jorge Fernández Díaz sigue de diputado y presidirá una comisión, que es lo que siempre ha querido Mariano Rajoy. Aquí también ha habido un casting pero al revés: han sido los puestos de trabajo los que se han ido ofreciendo a Fernández Díaz.

Pese a lo que tiene detrás el exministro, y probablemente lo que tenga delante (detrás el espionaje político, delante las visiones religiosas), una de las grandes virtudes de este Gobierno es que no deja a nadie tirado. Esta es una virtud para el Gobierno y una desgracia para los españoles. Es como si en una pandilla de amigos los afectos y desafectos se demostrasen con la gestión de la sanidad, el Ejército o la educación. Recordemos que Ana Mato fue ministra de Sanidad por su capacidad para ordenar las sillas del público en los mítines del PP. Por su gestión en Sanidad pareció que lo que hizo fue ordenar las sillas de los mítines de la Asociación del Rifle.

Fernández Díaz finalmente será presidente de la Comisión de Peticiones, que no exige votación para ser nombrado. En el mundo de Fernández Díaz eso no es un problema. La desgracia es que en el de los españoles tampoco.