Cinismo

Madrid

Esta profesión nuestra tan dedicada a dar la noticia, a contar lo nuevo, tiene también una rutina según la estación del año. Una rutina en la que se cuenta lo de siempre. Y al contar lo de siempre, en lugar de contar lo nuevo, se enseña mejor lo que pasa en un país.

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Ocurre por ejemplo con el invierno y los reportajes de los sintecho, de los albergues, de los soportales y los bajos de las iglesias. Los recito de memoria porque fueron muchos años haciendo esos artículos, y en todos ellos siempre aparecía la pobreza visible, la pobreza en crudo, la que tenemos delante de la cara, pero nunca la invisible: la de quienes tienen casa pero no luz; la de quienes tienen familia, pero no la ven; los desamparados, normalmente ancianos, inservibles para el Estado e invisibles no sólo para el periodismo sino para su propia familia.

Yo he detectado en los últimos tiempos un enorme cinismo a la hora de poner rostros e historias a los datos. Aquello de "piel, más piel" de Floriano, pero rebatido. Porque se nos dice que un caso no desmiente una tendencia. Hay una tendencia más clara que se apoya con cifras de recuperación económica: las de los beneficios de las compañías eléctricas desde que empezó la crisis. Hay otro dato a estudiar: ¿por qué en este país, cuanto peor lo pasan los ciudadanos más necesitados, mejor les va a las compañías encargadas de dar un servicio básico?