Necesidad y virtud
Quienes ahora anteponen su libertad individual al bien común, saben que antes les engañaban. Lo aprendieron de sus propios bronquios y ni siquiera lo niegan. Reivindican por tanto su derecho a escoger la mentira, incluso a ser estafados, con tal de seguir conduciendo
Almudena Grandes: 'Necesidad y virtud'
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Madrid
Cuando yo era una niña redicha, repelente, pregunté por qué en España nunca se devaluaba la peseta, mientras la devaluación del dólar abría a menudo los telediarios. Claro que la devalúan, me explicó un tío mío, pero como no lo dicen, no nos enteramos.
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En los últimos tiempos he recuperado ese recuerdo con demasiada frecuencia. Las patológicas máximas de octubre se presentan como una bendición para el turismo. Las peligrosas consecuencias del Brexit nos van a devolver Gibraltar. El empate del Madrid en Varsovia es una suerte, porque este año es mucho mejor quedar segundos que primeros de grupo en la Champions. Y olé.
El único verso discordante en esta patriótica oda a la necesidad convertida en virtud, es Manuela Carmena. Por eso, muchas opiniones parecen sugerir que la contaminación se la ha inventado ella o que, como mínimo, es culpa suya. Da igual que se vea, que se respire, que se mastique. Lo que estamos viviendo es la versión 3.0 del tradicional ¡vivan las cadenas!, Ana Botella colocaba los detectores en los parques para falsear los datos sobre la calidad del aire y permitir que todo el que quisiera fuera en coche a trabajar.
Quienes ahora anteponen su libertad individual al bien común, saben que antes les engañaban. Lo aprendieron de sus propios bronquios y ni siquiera lo niegan. Reivindican por tanto su derecho a escoger la mentira, incluso a ser estafados, con tal de seguir conduciendo, pero no se alarmen, que no pasa nada. Si la película del futuro se titula Mad Max, menuda suerte para los españoles. Nosotros, el paisaje desértico ya lo tenemos.