Ganas de sexo, sexo con ganas
Esta semana, la Tana está empeñada en que todo el mundo disfrute un poco más del sexo
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Getty Images
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Madrid
No soy especialmente pudorosa. No he usado la parte de arriba del bikini más que en contadas ocasiones, me paseo desnuda en casas en las que jamás he colgado una cortina y confieso haber sido empotrada amparada por la nocturnidad de una callejuela. No soy nada tímida y es más que probable que todo ello no me granjee demasiadas simpatías. Superlativa por naturaleza, guía profesional de tacones y bastante personaje… Ya lo saben. Después de más de veinte años exhibiéndome en todas las cadenas de televisión que tuvieron a bien contratarme, ahora me deslizo las madrugadas que me reclaman hasta las sábanas de sus camas. Para que me hagan un hueco y pueda acompañarlos. Para que casi podamos rozarnos contándoles de qué puede ir esto de que tengamos sexo. El sexo que queramos, el que encarte. Se trata de ser feliz.
Me indigna cuando alguien pide perdón antes de iniciar una charla en la que el sexo vaya a ser uno de los temas expuestos y me subleva cuando la educación sexual se utiliza contrabando que cuesta conseguir. Cuanto más aprendamos de esto menos podrán engañarnos; cuando el sexo sea un derecho inherente a cualquier ser humano sea cual sea el que elija tener, entonces podremos sentirnos protegidos. Mientras haya una sola persona que juzgue a la que se expone delante de una cámara mientras se masturba seguiremos impidiendo que seamos libres. Tengo todo el derecho del mundo a amar a quien lo merezca, follar como me dé la gana y ser amante de quien consiga seducirme y se embelese de la pedazo de jaca desbocada que soy.
Me gusta el sexo sin pudor y sinvergüenza. Me he empeñado en llegar a la vejez sintiéndome orgullosa de cuantas bocas besé, entrepiernas comí y folladas disfruté. Y eso implica no quedarme ni una sola vez con las ganas.
Tengo ganas de sexo porque me gusta el sexo con ganas.
Ya he perdido demasiado tiempo aburriéndome en esta vida. Deja de aburrirte tú.