No finjas cuando solo sea sexo...
La Tana despidió el programa de anoche con toda una declaración de intenciones.
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Getty Images
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Madrid
Subimos los cuatro pisos de dos en dos, parando en cada descansillo. Arrancándonos los bocados el uno al otro; enredando los dedos en la gomilla de la braga, en la costura del pantalón. Dejando que los bufidos resuenen por el hueco de la escalera hasta que se pierdan en algún rincón. Si ahora abriera su puerta la vecina cotilla daríamos el argumento perfecto para que siga hablando de lo que no tiene en su vida. ¡Qué más dará! Somos tú y yo. Qué quieres, cómo lo quieres, cuándo lo quieres... ¡Toma! Y ¡Dame! De eso se trata.
La honestidad es el más difícil de todos los retos. Es lo que te permite elegir pero lo que también te obliga a admitir todos tus errores. Termina en la cama de aquellos que se lo ganen a pulso, no de los que imploren tu bendita presencia. También deja de vengar entre las sábanas lo que echas en falta fuera de ellas. Asume que no siempre quieres quedarte a dormir después del polvazo y enfréntate al terror de la soledad si hace falta. Deja siempre que haya un mañana, deja una puerta abierta no vaya a ser que sea la única forma de que todo merezca la pena.
No todos tus amantes tienen que ser ni el hombre ni la mujer de tu vida; quítate eso de la cabeza. Tampoco decapites a los que intentaron serlo y no cumplieron. Enamórate cuando merezca la pena y no finjas cuando solo sea sexo no vaya a ser que subestimes el resto de los sentimientos que de verdad imploras.
Quiérete sobre todo a ti; no te mientas nunca ni siquiera cuando el embuste sepa tan dulce como la venganza. ¿Acaso no tenías toda la intención de ser feliz? Pues que se note. Haz el favor de que se note.