Un presidente muy cansado

Madrid

Parece que Mariano Rajoy llamó en dos ocasiones al ex ministro Soria para pedirle que renunciara a que le propusieran como alto ejecutivo del Banco Mundial. Por lo que se ve no lo hizo porque comprendiera la garrafal inoportunidad de esa candidatura ni porque fuera sensible al enorme enfado que estaba provocando en la mayoría de los diputados, y en muchos ciudadanos, con semejante nombramiento, sino porque le informaron de que existían muchas posibilidades de que el propio Banco Mundial rechazara la propuesta del Gobierno español por considerar a José Manuel Soria inadecuado para el puesto.

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Inadecuado por no cumplir las normas éticas que exige el propio organismo internacional a sus directivos. Según esa versión, que el señor Rajoy estaba dispuesto a pasar por encima de la protesta de prácticamente de todos los grupos parlamentarios, incluso de algunos miembros del suyo propio, y simplemente supo su empeño que era inútil.

Las explicaciones que facilitan en el entorno del señor Rajoy, atribuyendo la responsabilidad de la designación de Soria al ministro de Economía, Luis de Guindos, son pintorescas. Sería asombroso que el señor de Guindos hubiera pensado que podía actuar de semejante modo sin consultar con su presidente. Cabe esa posibilidad, desde luego, es concebible que De Guindos pase olímpicamente de su jefe, pero si así fuera, los portavoces del Rajoy tampoco deberían pregonarlo a los cuatro vientos.

Realmente da la impresión de que el señor Rajoy está muy cansado.