Las palabras son importantes
"Hay que buscar la manera de echar el freno a la virulencia, no a la pasión, sino al insulto, la descalificación personal y la apelación constante al ellos y nosotros, los buenos y los malos"
Las palabras son importantes
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Madrid
Un político chileno de visita en España me contó su asombro por la dureza dialéctica de la oposición que Rajoy le hacía a Zapatero, el bobo solemne, la traición a los muertos, la mención a su abuelo republicano desde la bancada popular…"Cuando las palabras llegan al límite, ¿qué queda?", nos preguntaba con preocupación a un grupo de periodistas.
Pepa Bueno
Valga este recuerdo para que no echemos la culpa de todo a las redes sociales, siempre ha habido quien ensucia con barbaridades la plaza pública y a veces desde un lugar tan emblemático como la tribuna del Congreso. Ahora, las redes -ese espléndido instrumento de comunicación reúnen a lo mejor y lo peor de cada casa- como en la vida, sólo que con la comodidad de hacerlo desde el sillón y sin tener que dar ninguna explicación sobre las propias miserias.
La crispación de estos años, el cabreo general por unas políticas alejadas de los intereses de la mayoría, la impotencia de unos, la irresponsabilidad de otros, la facilidad del anonimato o de emboscarse para erigirse en juez implacable de los demás han subido varios grados la conversación global a través de Internet hasta convertirla en ocasiones en un vertedero de rencores y frustraciones.
Pero lo que han tenido que soportar la familia y los amigos de Víctor Barrio, el torero de Sepúlveda muerto en Teruel es una monstruosidad difícil de calificar. Ninguna discrepancia con las corridas de toros explica las barbaridades que se han escrito sobre esta tragedia en Twitter, en Facebook, alegrándose por su muerte o burlándose de su familia. Ya veremos en qué queda judicialmente, pero lo preocupante es que existan ciudadanos capaces de expresar tanto odio de esa forma.
Hay que buscar la manera de echar el freno a la virulencia, no a la pasión, sino al insulto, la descalificación personal y la apelación constante al ellos y nosotros, los buenos y los malos. Y eso apela a todos, y especialmente a quienes tienen responsabilidades públicas.
Tampoco ayudan a la pedagogía las sobreactuaciones. Dos magistrados vinculados al PP han reabierto la causa contra el concejal de Madrid Guillermo Zapata por un chiste sobre víctimas del terrorismo en el año 2011 cuando Twitter era en España el embrión de lo que es hoy. Un caso archivado tres veces por otros jueces.
Parece que todos tenemos mucho que aprender sobre la nueva plaza pública. Las palabras son muy importantes. Porque como decía aquel político chileno, cuando las palabras llegan al límite, ¿qué queda despues?
