No en octubre, sino el próximo miércoles

Madrid

En muchos países democráticos, los primeros ministros proponen lo que creen que es mejor, pero son sus partidos los que, en muchas ocasiones, tienen la última palabra y los que deciden, teniendo en mente no lo que es mejor para el primer ministro sino para la organización en su conjunto. Por lo menos, esa suele ser la costumbre en el Reino Unido.

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En su momento, el Partido Conservador agradeció a Margaret Thatcher los servicios prestados provocando su dimisión como primera ministra por desacuerdos con su política fiscal y, cosas de la historia, por su política demasiado crítica con la Unión Europea. Perder su arriesgada apuesta del referéndum para el Brexit le ha costado también el cargo a David Cameron. En este caso, el Partido Conservador ha desautorizado al primer ministro incluso exigiéndole una dimisión inmediata y no retrasada hasta octubre como el propio Cameron pretendía. Los tories, como se conoce a los conservadores británicos, no han esperado ni un mes para pedir al grupo parlamentario que eligiera otro líder, en este caso una mujer, Theresa May, y esa mujer que no ha dado ni una semana a su predecesor para abandonar el número 10 de Downing Street, el equivalente londinense a la residencia de la Moncloa.

Cameron hará la maleta no en octubre sino el próximo miércoles. La señora May, que hizo campaña en contra de que Gran Bretaña abandonara la Unión Europea, no ha dudado ni un segundo en asumir su obligación democrática: la mayoría votó salir de la UE y Gran Bretaña saldrá de la UE, Brexit is Brexit. No hay que darle más vueltas.