El voto exhibicionista

Madrid

Las encuestas siguen teniendo valor. Lo que ocurre es que pierden el valor profético. Las encuestas empiezan a ser más necesarias después: hay que destriparlas en los días posteriores para saber qué se estaba tratando de decir.

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Por ejemplo, que el voto al Partido Popular no es un voto exhibicionista, un voto del que se presuma mucho; hay un votante del PP que funciona como un killer: hace su trabajo en silencio sin contárselo a nadie.

Y hay un votante de Unidos Podemos que parece, por las ganas que tiene de votar, que tiene la capacidad de votar dos veces. Es una lectura muy propia de las encuestas, que han fallado precisamente haciendo caso a la polarización; ese ambiente de ellos o nosotros se ha colado también en los teléfonos.

Las encuestas sí acertaron con los socialistas. Las encuestas donde fallan por casi veinte diputados es con Podemos, y es un error grande con el que hacer planteamientos en campaña. En este sentido, las elecciones han demostrado dos cosas que las encuestas no enseñaban: ni la corrupción es el problema que dice el CIS, porque allí donde el PP está imputado ha ganado y en ocasiones arrasado; y segunda, históricamente es más fácil predecir el pasado que el futuro.