Cuando la obsesión olvida el porqué

Madrid

Antonio Martínez y Elio Castro continúan con su repaso de las grandes obras del séptimo arte catalogadas por tipologías de miedos y comportamientos perturbadores. Esta semana le toca el turno a la obsesión, ese cambio anímico que nos hace fijar nuestra mente en una idea y dar vueltas sobre ella hasta caer derrotados.

Muchas obras han bebido de esta sensación para atrapar al espectador en la butaca del cine. Es el caso de Zodiac, de David Fincher. En ella, el dibujante del San Francisco Chronicle se dio de bruces contra este caso y jamás pudo dejar de perseguir al asesino del zodíaco. ¿Para qué deseaba saber quién era? Ni él mismo supo jamás dar respuesta a esta pregunta.

Tampoco le fue muy bien con la obsesión a Richard Dreyfuss en 'Encuentros en la Tercera Fase'. Su fijación por encontrar respuestas sobre los supuestos seres venidos de otro planeta fue tal, que perdió la cabeza.