Moraleja

Madrid

No pretendo aburrirles, pero la reciente visita de dos ministros del gobierno español a Cuba me anima a seguir meditando sobre la naturaleza del capitalismo. Mientras el presidente en funciones y los portavoces de su partido nos alertan sobre las siete plagas que traerá el comunismo, Margallo y Pastor se han reunido con Raúl Castro en un encuentro más que cordial.

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Cuba, oficialmente, es un país comunista cuyo máximo dirigente ha heredado el cargo por un mecanismo semejante al que se aplicó en Corea del Norte. Pero Cuba, en la práctica, es un mercado que ofrece grandes posibilidades de enriquecimiento a los empresarios españoles. La ideología capitalista siempre antepone la práctica a la teoría y favorecer el enriquecimiento constituye su único principio. Eso justifica que el estado español le haya perdonado al cubano una deuda de 375 millones de euros, en un arranque de generosidad fraternal que se negó, por ejemplo, al pueblo griego cuando atravesaba por momentos de máximo sufrimiento, porque Grecia, sencillamente, no era un mercado interesante.No hay que escandalizarse, ni cabe hablar de cinismo. Tampoco tiene sentido reclamarle al PP que no exija a nadie la coherencia que no practica. En medio del río, el escorpión siempre le clava el aguijón a la rana a la que se ha ofrecido a transportar hasta la otra orilla. Cuando su víctima le pregunta por qué la mata, siempre responde lo mismo, no puedo evitarlo porque esta es mi naturaleza. A menudo, las ideologías se fundan en un orden moral, pero el capitalismo es la ideología de esta moraleja.