La singularidad de la indignación
La política española va con retraso. Lo hemos visto en estos casi cinco meses desde el 20D. Solo basta con mirar a Portugal. Es muy complicado explicar a nuestros colegas europeos por qué no ha habido un gobierno de coalición en España
La política española va con retraso. Lo hemos visto en estos casi cinco meses desde el 20D. Solo basta con mirar a Portugal. Es muy complicado explicar a nuestros colegas europeos por qué no ha habido un gobierno de coalición en España. Hace cinco años, sin embargo, la sociedad se movilizó para protestar por la distancia que había entre las necesidades de la calle y las respuestas que se daban desde el Estado. Fue un movimiento pionero que no ha tenido equivalente fuera pese a los iniciales intentos en países tan lejanos como Brasil y el más reciente de “la nuit debout” en Francia. El primero mostró la voz de una naciente clase media que ahora se desmorona en paralelo a la influencia del Partido de los Trabajadores. El segundo no acaba de prender, pese a que uno de los paralelismos entre ambos movimientos es la descomposición de los gobiernos socialistas: el de Zapatero en 2011 y el de Hollande ahora. A modo de broma, una amiga que estuvo en Madrid y ahora vive en París me dice: es que hace mucho frío. Sin duda el clima ayuda o disuade, pero el factor determinante es la acción política: rehén del corto plazo no sólo es incapaz de mirar el horizonte, sino de ofrecer respuestas aquí y ahora.