Vergas de despensa
Si algunos admiten pulpo como animal de compañía, La Tana admite saber encontrar los ingredientes de su menú preferido en su propia despensa.
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Productos naturales de la huerta sin aditivos, directamente del puesto del mercado…a su entrepierna. / Getty Images
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Madrid
Mañana por la mañana, vayamos al mercado a hacer la compra. Paseemos entre los puestos, rebusquemos lo mejor. Elijamos el menú para saciar el hambre y las ganas. Cocinemos a fuego lento lo que queramos comer. Haremos pisto, sí. Pisto del de tu madre, el que no falta nunca encima del mantel. De ese con pimiento rojo, verde y calabacín. Con mucha cebolla, tomates muy maduros y una berenjena no demasiado grande. Rebaña un par de ajos y volvamos rápido los dos a casa.
Besa mi espalda desde el hueso occipital hasta la rabadilla, lame los surcos de mis agujeros rebañando la calentura. Uno, dos, tres...juega con los pimientos cosquilleando mi sexo, restregándolos de arriba abajo, golpeando a mi placer. Enharina los ingredientes de la receta de tu santa madre con mi deseo. Dedos, manos, labios, pimientos rojos y verdes, calabacín. Cruje las hortalizas en mi entrepierna, córreme con los ingredientes de esa rica receta.
Haz del plato estrella de la familia tu propia versión. Fóllame encima de la mesa de la cocina, acompaña tu verga con las otras de la despensa. Elige de nuevo el plato estrella del menú. Que no es otro sino yo.
Ya le gustaría saber a tu santa madre lo bien que cocinas tú el pisto de su comilonas familiares...Ya lo decía desde que eras pequeño: Qué bueno que te guste tanto comer.