¿Y tú? ¿Tú gritas al correrte?
A la Tana le ha dado por pensar si es ruidosa o apenas emite un suspirito cuando llega al momento culmen de sus aventuras sexuales

Getty Images

Madrid
Para conciliar el sueño me coloco de lado. Sobrepaso la pierna que queda arriba dejando caer el peso de la cadera, sacando el culo en pompa. Él se pega a mi espalda agarrándome de la cintura y encajando mis dos cachetadas en su entrepierna.
“Click” parece hacer.
Resopla en mi nuca antes de morderla. Rodea mi cuerpo con su brazo. Repasa la gomilla de la braga hasta que desliza la mano completamente agarrando de donde debe para restregarse como quiere. Echaré mano a su paquete por inercia, bajaré a comérsela por devoción, chuparé su verga porque me siento poderosa controlando desde ahí abajo hasta su respiración. Tentaré a la suerte de acertar con la combinación perfecta de juntar todas mis ganas con las suyas. Para que explote él y reviente yo sin que tengamos que alcanzar el cataclismo a la vez... que no siempre me viene bien.
Yo, que soy muy de montar escandaleras, que cuando discuto consigo que tiemblen hasta los cimientos de mi edificio por mucho que los fijaran allá por el siglo XVII. Me corro con la misma intensidad con la que me cago en la puta madre de quien haga falta.
También me corro callandito, aunque sean las menos. Espasmos en silencio si hay gente en el salón esperando a que volvamos, susurros ahogados si estoy sola frente al ordenador rebuscando todas mis debilidades y acariciando todas mis posibilidades. Echando de menos vociferar a los cuatro vientos que ahí sí, justo ahí, ahí es donde yo te quiero.
Bramidos de felicidad que también los hay. Berrea personal que también la tengo.
¿Y tú? ¿Tú gritas al correrte?