Perdónenme
No sólo nunca me han ofrecido una sociedad off-shore, sino que manifesté públicamente mi estupor acerca de Manos Limpias sin que nadie condescendiera a iluminarme. Y sigo viviendo en la penumbra
La columna de Almudena Grandes: 'Perdónenme'
01:25
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Madrid
Ustedes me van a perdonar que no me rasgue las vestiduras, pero me faltan demasiados datos. Hace unos dos años, escribí una columna preguntándome cómo era posible que Manos Limpias recibiera una subvención del Estado español –repito, del Estado español- por actividades sindicales, cuando su ejercicio sindical era nulo, es decir, no existía. Por supuesto, nadie me respondió.
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Ahora escucho a los representantes del BBVA, sacando pecho por no haber cedido al chantaje de Ausbanc, y vuelvo a preguntarme por qué no fueron directamente a un juzgado a poner una denuncia, como era su derecho y, diría yo, su obligación. Mientras tanto, se multiplican las voces que afirman que “esto lo sabía todo el mundo”, que es lo mismo que decir que todos somos culpables por haber tolerado este escándalo.
Pues bien, yo no soy nadie. No sólo nunca me han ofrecido una sociedad off-shore, sino que manifesté públicamente mi estupor acerca de Manos Limpias sin que nadie condescendiera a iluminarme. Y sigo viviendo en la penumbra, porque 800 euros y una botella de aceite –estipendio que recibían ciertos jueces por dar conferencias en un seminario-, no me explican de dónde sacaba Manos Limpias la información que usaba para extorsionar, ni la impunidad con la que actuaba.
Me van a perdonar por segunda vez, pero a estas alturas, el destino de Cristina de Borbón me trae sin cuidado. Al menos, hasta que nos enteremos de una vez de quién ha sostenido, protegido y alimentado a una organización criminal que recibía subvenciones de dinero público.