'No hay entradas', los sueños musicales de un promotor derrotado
Alfred Crespo, director de Ruta 66, edita ‘No hay entradas’, un curioso relato de su experiencia fallida como promotor de conciertos
Madrid
Todo melómano tiene sueños musicales recurrentes. Sueños que pasan por berrear desde el centro del escenario de Wembley o por compartir noches salvajes con Keith Richards. Sueños que son eso, sueños imposibles. Hay otros, sin embargo, más cerca de la realidad. Fantasías más modestas que pasan por compartir cerveza y charla con músicos malditos, de esos que veneran los melómanos avanzados pero que suelen ser completos desconocidos para la mayor parte de los mortales.
Aquellos que no llegan a convertirse en amigos de los Stones, como el gran Gay Mercader, pero quieren acercarse a los ídolos de la adolescencia bien pueden convertirse en promotores de conciertos. Eso mismo pensó Alfred Crespo a principios de este siglo, cuando el director del Ruta 66 se lanzó a la aventura de llevar a Barcelona a buena parte de su lista personal de héroes musicales. La empresa quedó a medio camino entre el desastre absoluto y las noches míticas. Su promotora no triunfó, pero dejó a Crespo una buena colección de anécdotas que han tomado forma de libro. ‘No hay entradas: Experiencias de un aspirante a promotor’ es un pequeño relato lleno de momentos hilarantes, de ilusión y de pequeños fracasos. Un recorrido por noches compartidas con bandas tan memorables como The Sadies, Andre Williams, Jonathan Richman, Steve Earle, Beast of Bourbon o The Jayhawks.
Crespo escribe con humor, cercanía y honestidad sobre aquellas aventuras cargadas de ilusión, regadas en alcohol y completadas con una veintena de lecciones con forma de moraleja. Algunas tan ilustrativas como “hay que tener amigos hasta en el infierno”. Estructurado en capítulos cortos, las experiencias del editor de 66Rpm bien podrían servir de lección para futuros emprendedores, aunque servirán de poco si el lector comparte tanta pasión por el rock como Crespo y sus compinches, incapaces de rechazar una propuesta (aunque huela a chamusquina) si la música merece la pena. Los conciertos de Silvertracks, la promotora en cuestión, no hicieron historia, pero dejaron una buena colección de momentos surrealistas que ponen a prueba a cualquiera que intente ganarse la vida con esto. Por sus páginas desfilan personajes alcoholizados, ególatras, maniáticos y de enorme talento que ponen a prueba los nervios y el temple de Crespo y sus socios.
Este curioso y divertido libro relata los pinitos musicales de Alfred, un hombre clave en el periodismo musical español de las dos últimas décadas que recopila en estas páginas sus sueños rockeros, sueños más modestos que romper una guitarra en Monterey pero quizá más arriesgados, al menos para los ahorros y la salud.