Papá Sánchez

Madrid

Hubo una imagen ayer fascinante en el Congreso. Era Pedro Sánchez como una especie de padre abnegado. Ser padre consiste en no poder decir a tus hijos todo lo que tienes dentro, y eso es lo que le ocurría ayer a Sánchez respecto a Pablo Iglesias y Albert Rivera. Que se zurraron de lo lindo ante la mirada incómoda de Sánchez. El propio Sánchez tenía enfrente a Rajoy, que si te fijas le lanzaba su famosa cara de estupor, con los ojos saliéndosele de las órbitas con suavidad.

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Los tres tienen hoy que reunirse en el Congreso. Y necesitan llegar a un acuerdo de gobierno. Yo también necesito salir esta noche con Marilyn Monroe. Pero el caso es que debe de estar tan muerta como las posibilidades de que Podemos y Ciudadanos se pongan de acuerdo. Por eso yo creo que la gran actitud sentimental es la de Sánchez, un hombre perfectamente incómodo.

¿Cuánta paciencia puede tener un padre? Yo cuando era adolescente me documenté bastante sobre este aspecto. El padre de Dalí, por ejemplo, lo echó de casa cuando Dalí expuso un dibujo que se titulaba ‘A veces escupo por placer sobre el retrato de mi madre’, que es casi como decir que mamá está manchada de cal viva. El padre de Dalí no lo soportó, pero el padre de Dalí no quería ser presidente del Gobierno. Sánchez encaja. Pero su problema no es lo que él encaje, sino lo que son capaces de encajar sus posibles socios.

Lo de esta tarde más que una reunión política va a ser un acto de conciliación. Por eso ya ha dicho Hernando que va a haber dos, tres y hasta cuatro reuniones. Hernando maneja un calendario especial; en lugar de mirar el reloj mira los planetas. Su tiempo se rige en otra dimensión. Por eso yo creo que la investidura de Sánchez nos está llevando tanto tiempo que cada vez somos más jóvenes. Ellos llegan a las reuniones cada vez más juveniles, más atrevidos, más contestones. Hay un tiempo, que es el de los ciudadanos pasmados, y otro, el de los políticos, que transcurre de tal forma que su único objetivo es el de Dalí respecto a su padre: comprar un coche enorme y aparcarlo junto al de su padre para decirle, freudianamente, que él la tiene más larga.