Depresión postcoital
Se diría que después de tantas excitaciones, España padece una especie de depresión postcoital
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Madrid
A la vida nacional se le ha apagado la luz. ¿Recuerdan los calambrazos que hasta hace poco sacudían la actualidad?, ¿las vibraciones del independentismo catalán?, ¿los fervores y las iras en torno a Artur Mas? ¿los movimientos telúricos de las revelaciones del caso Bárcenas o de Bankia?
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Ardían los platós de televisión con la presencia de los nuevos profetas y se respiraban aires de estreno y de fin de curso simultáneamente, una atmósfera de epifanía que anunciaba el fin del bipartidismo y el advenimiento de no se sabía muy bien qué, pero sin duda estimulante.
Sin embargo, se diría que después de tantas excitaciones, España padece una especie de depresión postcoital. Y desde hace unas cuantas semanas parecemos un poblado mejicano a la hora de la siesta, en verano, en el que dormitan hasta las lagartijas. Incluso la selección española de fútbol, antaño tan estimulante, se ha convertido ahora en la procesión de las ánimas.
Dormitemos, no obstante, con un ojo entreabierto, no vaya a salir algo de la reunión de hoy Sánchez-Iglesias. Francamente, yo no lo creo, pero ayer se percibieron movimientos en Podemos, ¿o era solo en Errejón?
La firma de Iñaki Gabilondo: 'Depresión postcoital'
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