"No lo hice por sexo. Me daba cierta paz interior"
Primera parte de la investigación sobre el asesino más sanguinario de la Unión Soviética.
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Ppcorn
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Madrid
Según sus propias palabras, sólo buscaba la paz interior a través de sus asesinatos. Calmar la bestia que llevaba dentro y que le instigaba a matar y a mutilar. Acabó con la vida de más de medio centenar de personas. Muchas de ellas eran jóvenes que no superaban los 12 años.
Mónica González Álvarez conduce la investigación sobre uno de los serial killers más sanguinarios de la de la antigua Unión Soviética que dividimos en dos partes. Esta semana, en Chikatilo 1, seremos testigos de la infancia y primeros pasos de Andrei Romanovich Chikatilo, el Carnicero de Rostov.
Chikatilo nació en la Ucrania de mediados de los 40, una época de fuertes hambrunas y máxima necesidad. Andrei creció aterrado por las historias que su madre le contaba sobre su hermano Stepan, que fue secuestrado y devorado vivo por sus vecinos como método de paliar el hambre. Nunca llegó a superar este terror.
Con los años, Chikatilo se convirtió en un joven débil, objeto de mofas por su físico y su retraimiento. Aquejado de impotencia sexual, Chikatilo descubrió que solo encontraba placer en quitar vidas de mujeres, hombres y niños. Ciudadano ejemplar en su vida diaria, casado y con dos hijos, Chikatilo solo dejó salir todo su potencial sanguinario a partir de los 42 años.
Caníbal, necrófilo, asesino despiadado, descuartizador. La lista de crímenes de este hombre solo aterrorizó a todo un país durante las décadas de los 70 y los 80, mientras las autoridades no tenían la más mínima pista sobre su identidad.