Ponga un picadero en su vida
La Tana no parece muy dispuesta a prescindir de esos picaderos fortuitos e imprevisibles de los que tira cuando el sexo surge espontáneamente…
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Getty Images
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Madrid
No entiendo muy bien a qué viene tanto aspaviento con lo de follar en la calle… Como si fuera algo nuevo, que no lo es, cuando no tienes casa ni pasta para pagarte el hotelito de marras, los polvos los echas donde puedes y no queda otra que tirar de picaderos; bienvenidos sean.
Ahora hablamos de ellos como si fuera una moda. No le pongamos tanto exotismo a terminar sobre la arena con el ligue que sea. Unos veranos es el mismo que tienes el resto del año y otros el primero que pasa por allí. Quien dice playa dice bosque de pinos, meandro y hasta aledaños de más de un castillo. Con que sea un poco oscuro y tranquilo, nos vale. Menos quedarme con las ganas… ¡Donde quieras!
Un buen picadero es aquel en el que no te molestan más de lo imprescindible. Lo más incómodo que puedes tener será la arena que se te quede pegada en los regueritos de saliva que pinte tu amante sobre tu piel. Un buen picadero es imprescindible cuando no tienes casa, y también cuando la tienes pero quien te mete mano por las esquinas no es la misma persona a la que duermes abrazada.
Encima del capó de un coche de una calle junto al Palacio Real, en los aledaños del cementerio de mi pueblo, en las inmediaciones de la Térmica en el Zapillo y hasta en el risco desde el que se ven los fuegos artificiales de las fiestas de julio… qué buenos todos y cada uno de los picaderos en los que me da por picar y pecar al tiempo.
¡Ponga un picadero en su vida! Y, por favor, cuénteme dónde está…