No en mi nombre
La externalización de un deber básico como es la acogida a los refugiados vía pagos a Turquía es la degradación última del sueño fundacional europeo
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Madrid
La barbarie de ayer en Ankara no puede distraer ni atenuar la seriedad crítica que merece la vergüenza que esta semana el Consejo de Europa va a consumar en Bruselas. La Unión Europea va a traicionarse como proyecto político y va a consagrarse definitivamente como un simple club de mercachifles. La externalización de un deber básico como es la acogida a los refugiados vía pagos a Turquía es la degradación última del sueño fundacional europeo. Va a hacerse además con la colaboración del gobierno español, de espaldas al parlamento, en contra de la opinión de todos los demás partidos, muchos podremos decir ‘no en nuestro nombre, no en mi nombre’.
Por cierto, ¿para qué sirve esta fórmula, para qué ha servido esta cobarde claudicación? Para nada. Ni siquiera calma al populismo más rancio, como se vio ayer en Alemania, en las elecciones en Sajonia-Anhalt, Baden-Württemberg y Renania-Palatinado, donde la extrema derecha xenófoba subió como la espuma. Una vergüenza, y además inútil.
