Sucedió Una NocheLo que el cine nos dejó
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LO QUE EL CINE NOS DEJÓ

Visconti, el aristócrata marxista y soñador

El 17 de marzo se cumplieron 40 años de la muerte de Luchino Visconti autor de películas inmortales como “Rocco y sus hermanos”, “El gatopardo” o “Muerte en Venecia”.

Luchino Visconti

Madrid

Luchino Visconti era hijo de una de las familias más ricas y aristocráticas del norte de Italia, los Visconti di Modrone, y tuvo una educación rígida, sobre todo musical, ya que su familia era mecenas y protectora de la Scala de Milán. En el cine se inició como ayudante de dirección de Jean Renoir y heredó de él un gusto por el naturalismo, que aplicaría sobre todo en su primera etapa en la que contribuyó a la formación del neorrealismo con un cine militante. En plena Segunda Guerra Mundial filmó, por ejemplo, “Obsesión” (1942), una adaptación libre de la novela de James M. Cain, “El cartero siempre llama dos veces” en la que recorría minuciosamente la degradación y el hundimiento moral de una pareja. Y, como había en ella escenas de adulterio y homosexualidad, el escándalo no se hizo esperar. Después de su primera proyección, el hijo del duce protestó en voz alta: «¡Esto no es Italia!» Cuando fue proyectada en Roma, en 1943, en mitad de la sesión entró la policía y tomó los nombres de todos los espectadores.

'Sucedió una noche' (13/3/2016): 40 años sin Visconti

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“La tierra tiembla” (1948) retrataba, en cambio, la vida de unos pescadores en un pequeño pueblecito. Estaba hablada no en italiano, sino en el dialecto local. El ciclo realista de Visconti se cerraría en 1960 con “Rocco y sus hermanos”, una nueva historia de seres sacrificados y degradados, el relato de la desintegración de una familia pobre del sur al entrar en contacto con la ciudad del norte que les prometía riqueza y prosperidad. La película fue cortada, secuestrada en algunas provincias y sometida a un proceso judicial que duró diez años. Pero sirvió para lanzar como estrellas internacionales a Claudia Cardinale y a Alain Delon.

Durante los cincuenta, y al tiempo que rodaba cine realista, Visconti demostraba también su brillantez escénica en otros títulos, como “Senso” (1954), ambientada en la época de la unificación italiana y en la que trataba el tema de una sociedad cambiante, un tema que conocía de cerca porque los Visconti, como muchas otras familias italianas, habían sido un puente entre dos épocas que vivió el país. La aristocracia dejaba paso a una burguesía más pujante que iba a acaparar también, poco a poco, el poder político. Visconti volvería sobre el tema de la transformación de clases en Italia unos años después con otra de sus películas más célebres: “El gatopardo” (1963).

Visconti había pensado en un principio en Laurence Olivier o en Marlon Brando como protagonista de esta película. Pero el primero estaba enfermo y el segundo exigió mucho dinero. La compañía americana presentó entonces una terna: Spencer Tracy, Anthony Quinn y Burt Lancaster. Y, no sin reticencias, Visconti eligió Lancaster. Al final quedó tan encantado con su actuación, que más adelante le volvería a llamar para su película “Confidencias” (1974). “El gatopardo”, basada en la novela de Giuseppe Tomasi de Lampedusa, se estrenó en el Festival de Cannes de 1963 y obtuvo la Palma de Oro. Era una película muy querida por Visconti, que se identificaba totalmente con el personaje del príncipe Fabrizio de Salina. Visconti, admirado y criticado, vivía en medio de grandes contradicciones personales. Era noble pero comunista, homosexual, creyente a su manera…

El director fue excesivamente meticuloso en el rodaje. Ordenaba calentar los platos que se servían en las escenas de la cena y hasta la ropa interior de los personajes era una exacta réplica de la auténtica. Cuando “El gatopardo” se exhibió en Estados Unidos, la productora americana realizó un nuevo montaje del film. Visconti reaccionó entonces violentamente: “La versión americana de ‘El gatopardo’ ha sido preparada sin mi supervisión –se quejó–. Ha sido cortada de mala manera y los actores han sido doblados con voces que no corresponden a los respectivos personajes.” Los ejecutivos de la Fox, a su vez, quisieron demandar al director porque entendían que esas declaraciones estaban perjudicando a la película.

En 1971 Visconti dirigió “Muerte en Venecia”, la versión cinematográfica de un breve relato de Thomas Mann y crónica del peregrinaje de un artista en busca de la belleza absoluta en un camino que le lleva a la muerte. Rodando “Luis II de Baviera” (1973) el director sufrió un ataque cerebral que paralizó su costado izquierdo. Durante la convalecencia logró montar la película, pero los productores le exigieron muchos cortes adicionales y el film fue, finalmente, mutilado. Sólo se estrenaría íntegramente después de su muerte. Luchino Visconti pasó sus últimos años en un pequeño apartamento de Roma. En 1975 una caída lo inmovilizó nuevamente y le obligó a dirigir “El inocente”, desde una silla de ruedas. La terminó a duras penas, pero murió cuando se encontraba en pleno proceso de doblaje.

Antonio Martínez

Antonio Martínez

Lleva más de 30 años en la SER hablando de cine y de música. Primero en 'El cine de Lo que yo te diga',...

 
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