Una modesta proposición

Madrid

Habrá gobierno o no lo habrá. Se convocarán nuevas elecciones y el resultado será igual o distinto. Los partidos que ahora conocemos se fragmentarán o se fundirán, se arruinarán o se refundarán, pero algunas realidades objetivamente odiosas sobrevivirán a cualquier mudanza. Ahora que todos presionan, el poder económico, los medios de comunicación, las empresas demoscópicas, quiero proponer otra clase de presión, una acción directa. Si la brecha salarial entre hombres y mujeres que realizan el mismo trabajo es todavía en España del 19%, si a este paso, los salarios no se igualarán hasta dentro de setenta años, ¿quieren decirme ustedes qué celebramos el 8 de marzo?

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Las mujeres somos más numerosas y más longevas que los hombres. Nuestros problemas son, por tanto, los problemas de la mayoría de la sociedad. ¿Por qué aceptamos entonces el trato que se depara a las minorías? El 8 de marzo nos regalamos las unas a las otras flores moradas, nos hacemos fotos, videos, nos felicitamos. ¿Por qué? Propongo otra clase de celebración, una estrategia electoral mucho más sencilla que las que se barajan a diario. Las mujeres españolas deberíamos comprometernos a no votar a ningún partido que no incluya en su programa una ley que califique la desigualdad salarial como delito. Es un camino que sin duda desembocará en un salvaje aumento de la abstención. ¿Y qué? ¿Acaso es mejor seguir regalándonos flores moradas el 8 de marzo y soportar una injusticia flagrante ese y los otros 364 días del año?