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Economia y negocios | Actualidad

Compras y picaresca: dicen una cosa, ¡pero es otra!

En muchos establecimientos se juega a la picaresca para "pillar" al consumidor. / GETTY

En muchos establecimientos se juega a la picaresca para "pillar" al consumidor.

Madrid

Sí, nos dicen una cosa pero, realmente, muchas veces, nos quieren decir otra; o no sabemos que hay detrás de muchos mensajes; o los intereses ocultos que hay detrás de unas palabras… Aunque alguno lo haya podido pensar por el título y por el arranque, no, no voy a hablar de política.

Les hablo de esas otras cosas que debemos tener en cuenta los consumidores cuando compramos, cuando establecemos relaciones comeciales con muchos vendedores directos, en establecimientos, con profesionales…

No digo que en todos los casos, ni muchos, nos estén intentando dar “gato por liebre”. No. Pero sí es obvia la existencia de cierta picaresca que está presente casi a diario en nuestras adquisiciones o toma de decisiones. Hay intereses que están por encima de las personas (las decisiones sobre cómo actuar, cómo vender, que imponen las empresas), pero también una cierta falta de respeto al cliente y algunos intereses particulares.

Lo más reciente: en la banca hemos tenido algunos ejemplos de engaño institucional con las hipotecas suelo o las preferentes. Sin olvidar el caso de los engaños a los accionistas minoritarios de la Bankia de Rato. Les vendieron “buenas” inversiones con las preferentes y ha sido un atraco; una magnífica opción con las hipotecas suelo y ha resultado, como refrendan muchas sentencias judiciales, un abuso manifiesto que les ha costado a los clientes mucho dinero; les engañaron con la situación de Bankia y han estado a punto de perder todos sus ahorros, salvado por las propias decisiones judiciales e, in extremis, la decisión de los nuevos directivos de devolver el dinero (también para salvar los muebles un poquito).

Pero la vida está llena de pequeñas y grandes mentiras o picaresca que nos afectan cada día muy directamente y que, casi siempre, van contra nuestro bolsillo y nuestros intereses. Por ejemplo, no siempre te puedes fiar de la carne o el pescado en el que insisten en el restaurante: quizá es que pasado mañana lo tendrán que tirar. Te meten por los ojos un guiso que, más allá de sus bondades, tiene también una caducidad cercana. Está la tendencia de algunos vendedores por “colocarte” unos modelos de zapatos y no otros: puede ser por su experiencia y “mala fama” sobre lo que piensan otros clientes, pero también porque esos modelos concretos les deja más margen de beneficio. O insisten en unas ampliaciones de seguro del coche a sabiendas que hacen buen negocio porque las posibilidades de perder son remotas, teniendo en cuenta las averías no incluídas en el mismo o el propio historial de averías del coche. O esa insistencia en vender una oferta de coche en dos días sin contarte que van a anunciar la salida de un nuevo modelo y que ahí ya puedes estar perdiendo dinero…

Te pueden ofrecer un suelo laminado y no otro por precio, pero también hay “bondades” que tienen más que ver por el margen que les deja uno y otro, y hasta por la facilidad o no en la instalación, que les supone menos coste en la instalación: ¡y ganan más! Te pueden “presionar” en una compra determinada porque llegar a un número determinado de ventas les reporte beneficios. Te pueden meter por los ojos un determinado producto en la farmacia por sus acuerdos con un laboratorio concreto, no tanto por sus diferencias con la competencia, quizá más barata. Insisten en un vino en el restaurante, con cuyos bodegeros han acordado vender “equis” botellas a cambio de ventajas obvias. Juegan con los precios de algunos productos alimentarios para provocar la compra de aquellos que ellos mismo fabrican y no los de la competencia. Te pueden “incitar” a comprar un determinmada tarima porque tienen una compra fija anual y no darle salida les deja un stock que tiene gastos de almacenaje. Te venden cosas como “regalos” sin decirte que están descatalogadas o porque han tenido problemas. Te venden seguros con coberturas absurdas que te cuestan dinero y a ellos nunca les supondrán gasto, como por joyas, obras de arte… Te ofrecen supuestas tarifas “redondas” en el móvil a cambio de tropecientas horas de llamadas que no haces ni en un año

Frente a toda esta picaresca, no cabe otra que estar muy atento, tener ciertas dosis de desconfianza, preguntar, insistir, informarse muy bien antes de muchas compras, contrastar… No creernos todo lo que nos cuentan. Porque muchas veces son opiniones profesionales, limpias, sí; pero hay ocasiones en las que son opiniones “profesionalmente” interesadas… Sin llegar al “desconfía y acertarás”, pero ojito.

 
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