La difícil posición de Rajoy

Madrid

Para saber qué está ocurriendo con la Iglesia Marianista de los Últimos Días, o más bien para saber qué va a pasar, aunque ya lo diga su nombre, es necesario contexto. Mariano Rajoy no iba a gobernar nunca, todo lo que ha pasado desde el dedazo de Aznar ha sido un enorme malentendido. Rajoy iba a reinar. Él en 2004 tenía un país hecho a medida y el piloto automático de la economía puesto. Su trabajo iba a ser visitar ferias gastronómicas, ser aclamado en los pueblos y tocar un poco el tema del aborto por no aburrir al votante.

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Pero ese país lo hereda, lo gana en las elecciones Zapatero. Y ocurre una cosa muy extraña: Rajoy se queda con el molde. Cuando estás tan hecho ya a algo el cuerpo y la cabeza no vuelven, y por tanto has de acostumbrarte a las nuevas circunstancias. Lo que le ha pasado a Rajoy primero con el PP y luego con España es lo que le pasa a cualquier señor de las películas que de repente tiene que salvar la Tierra. Rajoy aprendió de forma precipitada a conducir, a pelar cables y a disparar todo tipo de armas. Él no iba a ejercer ni en el partido, y el partido le exigió todo su esfuerzo en el congreso de 2008. Él no se iba a encontrar una España con cinco millones de parados, y cuando llegó al poder, siete años después de lo previsto, se encontró con que tenía que gobernar. Gobernar de verdad.

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Todos los problemas de Rajoy vienen del piloto automático que esperaba encontrarse en la economía del año 2004. En 2011 lo único que funcionaba con piloto automático en España era la economía de su partido.

Tras la dimisión de Esperanza, Aguirre, Rajoy queda en la misma situación: no puede empeorar. Antes de las municipales Rajoy se debatió entre aplastar a la mujer que amenazaba su supervivencia y ascender a la mujer que se la podía garantizar. Y las dos opciones eran ella, Esperanza Aguirre. Que se vaya enseñándole la puerta es normal. Otra cosa es que Rajoy, que no sabía a qué se dedicaba el hombre que trabajaba en la misma planta que él, sepa encontrar la salida.