¿Nos intercambiamos las parejas?

Madrid

Es facilísimo localizarlos. Están ahí. Basta con entrar en la red social del pajarito y buscar "swingers". Se dejan ver, les gusta exhibirse y no tienen ningún pudor en reconocer que quizás, solo quizás, podamos encontrar el punto exacto en el que converjamos como para que yo desee acostarme con ambos y tanto ella como él no quieran dejarme pasar.

Es más que un trío, no simplifiquemos. Es un acto de generosidad y honestidad en el que una pareja se mezcla con otra sin que ninguno de los implicados pierda entre ellos los valores con los que sustentan su relación. No quieres al que no amas, no te enamoras del primero que pase por aquí, no cambias los valores sobre los que cimentas tu relación: lo que haces es tener sexo con tu pareja a través de otros dos. A ella le excita ver cómo su hombre folla con otras mujeres, eligiendo la cuarta acepción de la Real Academia de la Lengua de ese glorioso verbo que traduce los gemidos de placer. Cambiando la persona que los profiere, manteniendo al hombre que los provoca. Sea quien sea la que se deshace con su polla es anecdótico.

Que se una mi hombre; claro que sí. Que vea sus manos sobre la carne de ella, que disfrute la escena mientras cualquiera de los tres implicados me derrite entre sus dedos. Dibujemos un cuadro a ocho manos que puedan perderse sin dictaminar por dónde. Chupando a dos lenguas la verga divina que acostumbra a pasear entre mis piernas mientras otras tetas rondan por mis manos exhibiendo pezones dispuestos a que sea yo quien los devora.

Querer lo que es mío incluso cuando no lo es. Disfrutar del sexo ajeno y concebirlo como propio participando en el juego que obliga a no creerte propiedad de nada ni de nadie, si acaso de la exquisitez con la que más de dos se meten en una cama a hacer de la vida una delicia, del amor una casualidad, del sexo una virtud. Amar a la persona que cumpla todos los requisitos como para fantasear con construir un proyecto de vida juntos. Sin dejar de desear a los que pasan de puntillas entreteniéndose en explotar entre tus brazos. Onda expansiva de lujuria; metralla de liberación, haz del intercambio de parejas una bendición.