A encerrarse en el frontón
La Unión Europea carece de objetivo, se va desintegrando poco a poco. Ha perdido conciencia de su valor colectivo. No tenemos ni queremos tener un proyecto común
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Madrid
La intensa actualidad nacional no nos está permitiendo observar el delicado momento que vive Europa ni los paralelismos que se dan entre nuestra fragilidad y la de la Unión Europea. Parecemos dos muñecas matrioskas: iguales en dos tamaños diferentes. Como España, la Unión Europea carece de objetivo. Ha perdido conciencia de su valor colectivo. Un artículo del político belga Étienne Davignon que ayer comentaba Mario Monti nos enfrentaba con la realidad de esta Europa que se desfonda.
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Como no avanza la integración, se va desintegrando poco a poco. Sus sueños reculan buscando el cálido y añorado seno materno nacional. Tiembla Schengen como idea de espacio abierto. No tenemos ni queremos tener un proyecto común. Solo somos un negocio común. Y cada vez un peor negocio pues también los negocios, si quieren ser grandes, necesitan proyectos grandes. Davignon y Monti recuerdan a los constituyentes franceses de 1789 que se encerraron en el jeux de pomme de Versalles —el frontón, el juego de pelota— y decidieron no salir hasta que dieran con una Constitución pactada.
Piensan que los mandatarios europeos deberían hacer lo mismo. Yo pienso que tal vez lo nuestros también. Aquí, frontones tenemos un montón.