En un campo de minas

Madrid

El principal problema para el PSOE es que afronta el inicio de las negociaciones para la investidura y un hipotético gobierno muy dividido, con el líder cuestionado y una desconfianza entre los principales actores que debilita tanto a Pedro Sánchez como al partido. En el sector crítico hay escaso entusiasmo respecto a un posible acuerdo con Podemos. Pero además del recelo, es que las limitaciones son casi imposibles de superar. La Yincana incluye además una condición que supera la noción del espacio- tiempo: que los independentistas no voten a favor, que no se abstengan y que tampoco se ausenten.

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 Pedro Sánchez, entre sus errores y el cuestionamiento de los barones, está a la mitad de un campo de minas. Y la única opción que tiene, entre lo que el comité federal le permite hacer y su propia determinación, es avanzar. Todo ello pese a que un posible pacto con Podemos puede ser tortuoso de acordar y ejecutar. La dirección prepara ya un amplio documento para plasmar su proyecto de país, y que será la base de cualquier acuerdo. Si no lo hay, Sánchez intentará ir a unas nuevas elecciones llevando por bandera que intentó un proyecto de gobierno de izquierdas.

 Tras el comité federal, empieza a parecer que la fecha del congreso, que le fue impuesta, no es tan determinante para Sánchez. Si llega a mayo investido presidente del Gobierno difícilmente será descabalgado de la dirección. Y si llega sin haber logrado acuerdo alguno es posible que ese congreso, sea en mayo o en junio, sea el final de su carrera como líder. Lo que sí le toca ya a Pedro Sánchez es pasar a la acción y dejar el juego de florete. Y después votará la militancia, aparentemente a favor del pacto, aunque habrá que ver cuál es el pacto. Esta maniobra, que no parece gustar a los barones, no ha sido rechazada por ninguno en público. Un panorama político de pronóstico reservado.