Sin el rabo entre las piernas
Una vez más La Tana defiende a aquellos que luchan por ser la persona que quieren ser, sin que aquello con lo que han nacido entre las piernas, pueda condicionar su personalidad, su sexaulidad y mucho menos su vida

Getty Images

Madrid
Mujer a la que le gusta embutirse en vestidos que dejen bien claro por dónde desfilan las curvas, hembra que se entacona en la cama, dama que se pone a horcajadas, fémina que se paga las copas y que se desnuda antes de meterse en la cama. Puede que me salte alguna de las acepciones que la Real Academia Española declara cuando se refiere a mí pero esto que tengo entre las piernas es exactamente lo que siempre he querido tener. Qué suerte que siempre lo tuve.
Me crecieron las tetas bastante menos de lo que yo esperaba. Pasada esa primera decepción y una vez asumido que semejante contratiempo podría ser solventado quirófano mediante, opté por dejármelas como vinieron. Lo mejor que me ha pasado en esta vida es haber podido ser todo lo mujer que soy independientemente de los kilos de más o de menos, del largo de mi cabellera y por supuesto al margen de con quién haya terminado en una cama. Traje de serie la equipación completa;hice del género una casualidad y de la sexualidad una bendición, así que no crean ni por un momento que podría imaginar lo que supone nacer con cuerpo, genitales y aspecto de hombre.
Habría luchado primero contra mí misma y después contra quien hubiera hecho falta. Tratando de llegar fuera como fuera a ese cuerpo que demostrara por sí mismo lo que soy, lo que siento, lo que padezco y lo que gozo. Soy afortunada cada vez que me agarra por las caderas quien yo elijo y acompaso sus embestidas dejándome hacer. Llego al delirio más absoluto cuando me beben entera, cuando hincan su cabeza entre mis piernas y lamen el bendito sexo con el que tuve la suerte de nacer.
Pero hubiera luchado por tenerlo, por llamarme como me llamo y por que me trataran como lo que soy si por un casual el destino hubiera sido tan macabro de no permitirme, desde el mismo día en el que nací, ser la persona que siempre he sido.