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Madrid

Uno de los principales escollos para que se pueda abrir una negociación entre el PSOE y Podemos (la exigencia de Pablo Iglesias de poder crear cuatro grupos parlamentarios distintos) parece haberse resuelto finalmente. No significa nada más que eso: una posibilidad abierta. Ahora, además, con una duda añadida: qué harán llegado el caso, es decir, en una votación de investidura, los cuatro diputados de Compromís que se han separado de Podemos.

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En cualquier caso, es muy probable que Pedro Sánchez quiera abrir la negociación, o, al menos, el diálogo cuanto antes. Primero, porque ese diálogo ayudará a acallar las voces más críticas dentro de su propio partido. Segundo, porque él mismo necesita ir diseñando un eventual pacto y tiempo para contrastarlo con otras fuerzas políticas que le son imprescindibles para concretar una mayoría. Podemos también necesita tiempo porque no tiene experiencia negociadora y porque necesita llegar a acuerdos confederales internos antes de sentarse a la mesa. Es decir, que tanto para Sánchez como para Iglesias empezar a hablar es urgente. Suele pasar en las negociaciones salvo, claro está, en el caso de Mariano Rajoy, a quien Albert Rivera reprocha, con razón, la falta total de iniciativa.