Hay que tener mucho cuidado con los inventores porque son muy 'choris'
El viernes 14 de enero de 1876, se presentó en la oficina de patentes de Boston un tal Alexander Graham Bell que pretendía patentar un artilugio al que llamó teléfono y con el que, a la postre, entró de cabeza en las enciclopedias.
Madrid
El viernes 14 de enero de 1876, se presentó en la oficina de patentes de Boston un tal Alexander Graham Bell que pretendía patentar un artilugio al que llamó teléfono y con el que, a la postre, entró de cabeza en las enciclopedias. Desde entonces y hasta el año 2002, ese aparato quedó asociado al nombre de Graham Bell. Su gloria duró 126 años, los mismos que otro hombre llamado Antonio Meucci, tardó en ver reconocido su invento.
Hay que tener mucho cuidado con los inventores porque son muy 'choris'
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Con los inventores hay que tener mucho cuidado, porque cuando se trata de atribuirse una idea no conocen ni a su padre. Son muy choris. Marconi le birló a Nikola Tesla la radio y Graham Bell utilizó las mismas malas artes para robarle el invento del teléfono a Antonio Meucci. En realidad aquel 14 de enero de hace 140 años otro inventor de nombre Elisha Gray, y solo dos horas después que Graham Bell, presentó en Chicago otra solicitud para patentar el teléfono. Huele muy mal que dos tipos presenten la misma solicitud para patentar un aparatejo igual, el mismo día, con dos horas de diferencia. Al final Graham Bell se llevó el gato al agua y la patente también.