El penúltimo capítulo

Madrid

El lunes, si nada lo remedia, y parece que nada lo va a remediar, Artur Mas, firmara el decreto de convocatoria de elecciones en Catalunya, que muy probablemente se celebrarán el domingo seis de marzo. Y esto lo que quiere decir es que Artur Mas no piensa echarse a un lado, como ayer le pedía algún dirigente de Esquerra, y como ha pedido la CUP, que le ha señalado como el principal obstáculo para llegar a un acuerdo para la investidura.

Hoy, Artur Mas, ha dado su versión de los hechos, y su versión es que la CUP tiene la culpa de todo, que todo esto le ha pasado por confiar en una fuerza política con solo diez diputados. Algo que parece que el presidente en funciones ha descubierto hoy. Fue él el que se arrojó a los brazos de una fuerza con diez diputados y con un programa y una ideología que nada tienen que ver con la suya, salvo el camino hacia la independencia. ¿Que esperaba Artur Mas, que la CUP fuera como Esquerra Republicana, que ha renunciado a todo y sigue haciéndolo para arroparle en su sueño independentista?.

La CUP es quizás, y ayer lo decía aquí el politólogo Lluis Orriols, el partido más democrático en su funcionamiento que hay en este país. Y esa democracia que tanto reclamamos, a veces tiene estas cosas, que decide cosas que no son lo que uno quiere y esto es lo que le ha pasado a Artur Mas que hoy hablaba de la CUP como un novio despechado, acusándole de no tener sentido de país en referencia a Catalunya.

Resulta que no tiene sentido de país una formación que consiguió negociar con Convergéncia un plan de choque social de emergencia que hoy Artur Mas ha esgrimido como gran concesión a la CUP, como si fuera necesario para una Catalunya que ha sido víctima de los recortes y de la corrupción como cualquier otro rincón de España. Pero para Artur Mas esto no existe, solo tiene sentido de país quien tiene la independencia como único objetivo, el bienestar de sus ciudadanos lo deja para otro momento.

Artur Mas despechado, para quien el sentido de país no va con él, solo lo exige a los otros, porque sino no se entiende cómo no da ese paso al lado que le demandan para avanzar en el proceso que pretende liderar. La comparecencia de hoy, en definitiva, ha sido el penúltimo capítulo de una actuación lamentable.

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