Año cero
En pocas horas se puede confirmar si finalmente habrá elecciones catalanas. Y aún no sabremos si se repetirán las generales. Si se confirman, confirmarán dos fracasos políticos
Madrid
Recién estrenado el año 2016 ya tenemos en el horizonte dos elecciones que tocan para el otoño, las vascas y gallegas; en pocas horas se puede confirmar si finalmente también habrá catalanas. Y aún no sabremos si se repetirán las generales. Cuatro elecciones en un año, dos en su momento, las de Euskadi y Galicia, y otras dos que si se confirman, confirmarán dos fracasos políticos y la devolución a los ciudadanos de problemas que sus líderes no quieren o no saben resolver. Todos tendrán que explicar muy bien sus razones.
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La CUP, por una ajustadísima mayoría se atuvo finalmente ayer a lo que prometió en campaña: no investirá a Mas. Y si Junts pel Sí no presenta candidato alternativo, el domingo se disolverá el Parlament y en marzo habrá elecciones de nuevo -las cuartas en cinco años-. Cataluña seguirá a medio gas como mínimo otro semestre más, y todos los actores vuelven a recolocarse en el reparto: Esquerra Republicana puede enfrentarse a la responsabilidad y a la paradoja histórica de, siendo el único partido que lleva la independencia en sus siglas, tener que buscar una salida real al fracaso del independentismo unilateral. Y veremos cómo juega el creciente protagonismo de Ada Colau en el campo no soberanista pero sí pro-referéndum y cómo juega el tiempo muerto catalán en el tablero de la formación de gobierno en España.
El respeto que merecen los catalanes, todos los catalanes, los independentistas y los que no lo son, los que quieren un referéndum y los que consideran que ya votan en libertad -y por lo que vemos, con sorprendente frecuencia-, y sus problemas y sus dificultades, que son similares a las del resto de españoles, clama por unos dirigentes políticos que se muevan ahora a ras de tierra, se olviden de las huidas hacia delante personales, coloquen las ensoñaciones en el pedestal favorito de cada uno y se tomen en serio la tarea de gobernar, resolver los problemas que están a la mano, y negociar, negociar, ceder y volver a negociar sobre aquellas aspiraciones que precisan del acuerdo con otros. Vamos, lo que se llama hacer política. Y si no son capaces, dejen paso, por favor. Los incapaces o los filibusteros que se busquen la vida, como todos los mortales.