Tras el puñetazo
Me da miedo, bastante miedo, que se propaguen las líneas de análisis que amagaron con ensuciar algunas formaciones políticas con la agresión
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Madrid
Tras la lamentable agresión a Rajoy sería triste que tomara cuerpo la línea de análisis que algunos esbozaron ayer noche. En efecto, junto a los descerebrados de reglamento, esos que montan guardia en las redes sociales y que se trate de lo que se trate aparecen cada día con su cargamento psicótico, nos dimos de bruces con algunas ideas corrosivas procedentes de la caverna. No quito importancia a los primeros, a los del gamberrismo y la carcajada etílica que rompieron enseguida a jalear la acción, ese es un lastre que arrastran las redes sociales y que a mucha gente desde hace mucho tiempo la ha alejado de ellas. Pero me da miedo, bastante miedo, que se propaguen las segundas, las que amagaron con ensuciar algunas formaciones políticas con la agresión, bien situando al autor de la misma en el entorno de Podemos, o bien relacionando el hecho con la dureza de Sánchez con Rajoy en el debate. Cuidado con estas cosas que las carga el diablo y que España tiene muy mal currículum.
No va a ser posible evitar que este repudiable asunto se convierta en protagonista de los últimos días de campaña, pero confío en que evitemos, al menos, la propagación de los gases fétidos, tóxicos e inflamables que algunos lanzaron ayer a la atmósfera política.