Gracias, chicos
Hace poco más de cuatro años España dormitaba entre vapores de resignación y fatalismo. Deberíamos agradecer a los nuevos partidos el impulso que han dado a una democracia que parecía estar apolillándose
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Madrid
A punto de concluir la campaña y a punto de concluir también este año plagado de elecciones deberíamos agradecer a los nuevos partidos el impulso que han dado a una democracia que parecía estar apolillándose. En efecto, hace poco más de cuatro años España dormitaba entre vapores de resignación y fatalismo, la política estaba desacreditada al máximo, había sido apartada de la esfera pública como una enfermedad contagiosa, las televisiones le huían como de la peste. ¿Recuerdan? Nos preguntábamos también qué pasaba con los jóvenes, a ver si se habían lanzado ya definitivamente a la indiferencia o al pasotismo. Bueno, el 15-M nos despertó, nos demostró que estábamos en babia. Al mismo tiempo, en otro rincón del espectro ideológico estaba habiendo también fuerte oleaje renovador. Llegaban las fuerzas de refresco: Podemos, Ciudadanos, las Mareas sociales para espabilar estructuras y mentalidades y para afinar el oído ante problemas sociales, y también para ayudar a limpiar las cuadras de Augías que llevaban mucha mugre acumulada. Y todos, las fuerzas políticas clásicas, los comentaristas clásicos, el público en general, nos hemos tenido que poner las pilas, y creo que todos hemos mejorado.
Hoy, cuando la política llena los prime time de la televisión y las conversaciones y ha vuelto la pasión, cuando se espera una altísima participación en las generales, creo que es de justicia reconocer a los que pusieron en marcha este mecanismo regenerador. Se esté o no de acuerdo con ellos, se les vaya o no a votar, es justo decir gracias, chicos.