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En República Dominicana se sienten los colores y se ve la alegría

EN REPÚBLICA DOMINICANA SE SIENTEN LOS COLORES Y SE VE LA ALEGRÍA

EN REPÚBLICA DOMINICANA SE SIENTEN LOS COLORES Y SE VE LA ALEGRÍA

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Madrid

A finales de los 90 se comenzaron a registrar cifras de la inmigración que llegaba a España. Esta noche nos vamos a acercar a los vecinos y vecinas procedentes de República Domicana, según las cifras del INE la ubican en el puesto número 9 de los 15 más numerosos.

Diferentes orígenes, culturas, idiomas, religiones... se mezclaban en un país cuya memoria histórica recuerda sus raíces como emigrante, pero no como receptor de inmigración.

En todos estos años, España ha puesto en práctica la tolerancia, la inclusión, la solidaridad y la empatía, precisamente porque, como decíamos, habíamos sido nosotros los que décadas atrás habíamos cruzado el charco.

Además de los cambios en la mentalidad de las personas de aquí, también ha habido cambios en las calles, en los negocios... Ha sido en un bar, regentado por dos mujeres dominicanas, en el madrileño barrio de Tetuán donde hemos hablamos con Alberto, Luz Divina, Clari y Ángel, nacidos en República Dominicana.

Sin embargo, no todo era tan bonito: el 13 de noviembre de 1992, un grupo de extrema derecha asesinó a la dominicana Lucrecia Pérez en Madrid se reconoció como la primera víctima de xenofobia y racismo en España. Alberto, con sonido de fondo flamenco, nos cuenta cómo reaccionó el Estado.

Jaennette Alfau Ortiz llegó a Madrid con la idea de quedarse un corto periodo de tiempo, pero diferentes circunstancias la llevaron a entrar en un buffet de abogados, profesión que ya ejercía en su país, y se quedó. Ya lleva más de 20 años.

Todos ellos vinieron con ganas de prosperar económicamente, dejando atrás sus raíces y, en la mayoría de los casos, su descendencia, con la que era casi vital comunicarse, una tarea nada fácil ni barata, hasta que aparecieron los locutorios, esos establecimientos que a día de hoy no nos llaman tanto la atención, pero que en aquel momento se convirtieron en un flotador salvavidas para el estado anímico de muchas personas inmigrantes.

Clari también estudió derecho, pero no llegó a terminar su carrera. Su situación en estos momentos es crítica: está apunto de perder su casa, con dos hijos menores de 15 años, y vive con su hermana, a la que también desahuciaron meses atrás.

Gracias a movimientos como stop desahucios y el banco de alimentos de Tetuán está saliendo adelante. Pero Clari, como muchos según ella, de sus compatriotas, reconoce con brillo en los ojos grandes, que volvería a su tierra si no fuera por sus hijos, que no se adaptan a la vida de allá.

Y como no, no podía faltar el recuerdo de las próximas fiestas festivas: la navidad en su querida República Dominicana.

Y para finalizar, vamos a cerrar los ojos y a pensar en esa imagen que tenemos de República Dominicana: Esto es lo que siente Clari.

Ángel y Clari nos despiden con su canción favorita, de Fernando Villalona: Dominicano soy.

 
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