Mesura y prudencia

Madrid

Desde el viernes por la noche la vorágine informativa no da tregua. Desde esos primeros momentos de confusión tras los ataques en París, han seguido muchos momentos parecidos. Primero, porque no sabíamos cuántos ataques eran, ni cuántas eran las víctimas; después, porque exigíamos a la investigación resultados inmediatos cuando era imposible, y cualquier detalle que se filtraba de los investigadores se convertía en una noticia; más tarde, porque el pánico se apoderó de diversas ciudades europeas y se desalojaron estadios, salas de conciertos, estaciones de trenes, y hasta la plaza de Cuzco de Madrid, esta misma tarde, y durante los desalojos se especulaba con presencias de ambulancias con bombas, de maletas sospechosas, de objetos extraños, y al final nada.

Pero de la mayoría de estos rumores y especulaciones se hacían y se siguen haciendo eco algunos medios de comunicación, sobre todo los que están en directo cuando pasan las cosas. Y esto va engordando la bola del miedo, la preocupación y la incertidumbre. No hay nada como la mesura y la prudencia cuando nos rodea la confusión y sobre todo, porque la confusión crea alarma, la alarma terror y al final los terroristas consiguen su objetivo: que vivamos atemorizados y renunciemos a nuestra libertad, traducida en ir a un partido de fútbol, a un concierto o a tomar un tren.

El periodismo son hechos y contexto, y con ello después interpretación, el rumor y la especulación son otra cosa. Debería ser el hilo del que tiráramos para hacer nuestro trabajo. A partir de aquí, contrastar, llamar, preguntar, y si no hay confirmación precaución y tranquilidad. Es un ejercicio fácil para evitar, también con esto, que los terroristas nos ganen la partida. La lucha contra ellos puede tener muchos frentes y este es uno de ellos, y los medios de comunicación como elemento indispensable en la democracia tenemos especial responsabilidad.