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Emisiones de coches: UE, ¿bajada de pantalones?

Las autoridades de los diferentes países y la UE tienen que tomar parte en este problema y dar la cara por los consumidores afectados

Nuevos datos del caso Volkswagen destaca más coches afectados. / EFE

Nuevos datos del caso Volkswagen destaca más coches afectados.

Madrid

El fraude de Volkswagen y sus falsas emisiones ha vuelto al primer plano de la actualidad por las revelaciones de que, como se esperaba, no estaban solos, y porque los niveles de contaminación de algunas ciudades, especialmente Madrid, demuestran una vez más la importancia de la contaminación que sale de los tubos de escape.

Que la Autoridad Federal del Transporte Motorizado de Alemania haya revelado esta semana pasada que hay una treintena de marcas que podrían estar defraudando también con las emisiones de muchos modelos, no es más que la confirmación de lo que se venía diciendo desde hace tiempo. Como dijo, por ejemplo, Greenpeace, el fraude cometido por Volkswagen “no es un caso aislado, sino una práctica extendida por la mayor parte de los fabricantes de automóviles”.

También lo han venido denunciando expertos, otras organizaciones ecologistas, de consumidores y en poco tiempo, parece, sabremos la magnitud del problema, aunque para ello debe ocurrir algo: que los diferentes gobiernos y la UE decidan atajar de verdad un grave problema que mina la credibilidad de una industria tan poderosa como la del automóvil. Y, sobre todo, que ya ha minado la confianza de los automovilistas. Y la credibilidad de la propia UE.

Pero, además, hay asuntos que no conviene olvidar. No se trata únicamente, como aquí parece querer demostrarnos cada día el ministro de Industria, José Manuel Soria, de recuperar las ayudas administrativas que recibió Volkswagen en su día precisamente por sus coches poco contaminantes. Está muy bien “arañar” también por ahí, pero fundamentalmente se trata de un problema de fraude a los consumidores – olvidado por las autoridades - y de un problema grave de salud que, de ampliarse el engaño a otras muchas marcas, se agravaría considerablemente. De esa acumulación alarmante de contaminantes “invisibles” a la información que nos ofrecían a los usuarios, tendrían mucha culpa los coches-tongo. Y no conviene olvidar que, sólo en España, cada año mueren prematuramente unas 27.000 personas por culpa una contaminación que sale, fundamentalmente, el 80%, de los coches. Obviamente, no vamos a “cargar” esta mortalidad en el debe de Volkswagen, pero si parece obvio que habrá que evaluar las consecuencias de una contaminación por encima de los niveles legales de uno, dos o, como parece, quizá muchos fabricantes de vehículos.

Por eso no es de recibo que Europa se llegue a plantear ahora, justamente ahora, bajar las exigencias en los niveles de emisiones de los coches, que sería como legalizar lo ilegal; sería dar un paso atrás muy significativo en la lucha contra un medio ambiente más saludable, el cambio climático y la guerra a las enfermedades generadas ó agravadas por los contaminantes procedentes de los coches. Porque, en la práctica, estamos, como denunciaba Greenpeace, con “emisiones reales de dióxido de nitrógeno de los automóviles prácticamente iguales que en los años 90”.

Plegarse pues a las pretensiones de los principales fabricantes de coches, defendidos por sus potentes lobbies, será ceder al engaño y al fraude. Y perpetuarlo. Será dar un paso atrás muy importante en la lucha por conseguir ciudades más limpias y que, ojo, tendrá sus consecuencias graves por su posible efecto “boumerang”: obligará a los principales de Europa a tomar medidas mucho más drásticas contra el tráfico rodado que, seguramente, no harán ningún bien a la industria...

Plegarse, en definitiva, a las pretensiones de las industrias y zanjarlo con migajas para los millones de afectados – como la vergonzosa indemnización del equivalente a 1.000 euros a los automovilistas americanos - sería una bajada de pantalones en toda regla y dejar claro que no mandan los ciudadanos sino los grandes poderes económicos. Como decía OCU, “los estados se han plegado a los intereses de la industria”.

Porque si es obvio que todos los usuarios perderemos en la salud con coches trucados ilegalmente para contaminar más y circulando por vías urbanas y carreteras, los principales afectados, los propietarios de coches trucados, cuya cifra ahora mismo se antoja imposible de definir pero millonaria sin duda, no solo sufren ese castigo: también el de enfrentarse a reparaciones sin garantías de cómo les quedarán sus coches, y una perdida de valor del mismo que sin duda representará un grave quebranto en sus bolsillos. ¿Quién pagará un buen precio por un coche bajo sospecha?

De ahí el resurgir de muchas plataformas de afectados que, a buen seguro, terminarán llevando las intereses de sus afectados a los tribunales. A falta de soluciones “europeas”, al menos por ahora, serán los únicos capaces de hacer justicia de verdad. Si eres uno de los afectados, no está mal que te vayas apuntando…

 
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