El papel del presidente de un Parlamento
Forcadell no puede tirar para adelante, como si las formas no rigieran para las minorías, por muy molestas que sean. No preside una asamblea popular, sino un Parlamento autonómico
El papel del presidente de un Parlamento
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Madrid
La señora Forcadell, presidenta del Parlament catalán, estima que no tiene por qué esperar a la constitución del grupo parlamentario del Partido Popular para convocar el pleno en el que se discutirá la resolución de Junts pel Sí y la CUP. Para Forcadell se trata simplemente, según dijo ayer, de una “cuestión formal”. Pero precisamente su primera obligación como presidenta de esa Cámara sería respetar y hacer respetar las formas. En eso consiste su trabajo, por mucho que alguien le haya insinuado escenas épicas y declaraciones históricas.
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El trabajo del presidente de un Parlamento es, en su mayor parte, obligar a que se respeten las normas y las formas. Y si la señora Forcadell rompe ese principio está abriendo un camino extraordinariamente peligroso para los usos democráticos. Muy extraño va a ser un Parlament en el que su presidenta cree que las formas no tienen el menor valor. Seguramente hay juristas en Cataluña que puedan sacarle de su error. Le moleste o no el hecho de que el PP retrase hasta el límite la configuración de su grupo parlamentario, lo use el PP o no como una maniobra dilatoria para retrasar el pleno, el hecho es que, según las normas, existe un plazo máximo que no ha sido rebasado. Y la presidenta no puede tirar para adelante, como si las formas no rigieran para las minorías, por muy molestas que sean. No preside una asamblea popular, sino un Parlamento autonómico que se rige por las normas y formas de la democracia liberal.
Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...