Ahora, a pecho descubierto y que cada palo aguante su vela
Rajoy y su Gobierno jamás quisieron buscar el apoyo de las demás fuerzas políticas. Sólo ahora, agobiado y al borde de la catástrofe, pida férreas uniones ante la marea independentista
Ahora, a pecho descubierto y que cada palo aguante su vela
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Madrid
Meses y más meses han estado el Gobierno del PP y su presidente Mariano Rajoy, sin hacer nada, absolutamente nada, ni para arriba ni para abajo, ni hacia un lado ni hacia el otro, para evitar que el conflicto catalán no fuera engordando como el hígado de las ocas del Périgord. Incomprensible, porque en el lado contrario era evidente que las fuerzas del independentismo dirigidas por un Artur Mas desatado, Diada tras Diada o declaración política tras declaración política, se afanaban en dejar bien a las claras cuál era su punto de llegada.
Rajoy y su Gobierno no solo carecieron de respuestas, sino que jamás quisieron buscar el apoyo de las demás fuerzas políticas para afrontar el problema. El desprecio de Rajoy por los mecanismos de la democracia ha propiciado que sólo ahora, agobiado y al borde de la catástrofe, pida férreas uniones ante la marea independentista. Pero ya es tarde. Y lo es porque el propio presidente, además, ha querido retrasar las elecciones sin justificación alguna, creando un irresponsable vacío de poder. A 50 días de las urnas, cualquier maniobra solo puede tener una lectura electoralista, y nadie en su sano juicio va a ceder el protagonismo de la firmeza al partido rival.
¿De verdad alguien cree que Rivera o Sánchez van a regalar el liderazgo de la operación a Rajoy, que es parte del problema?