Omisiones
Si Pasqual Maragall denunció el tres por ciento en febrero de 2005, ¿qué ha pasado desde entonces? ¿Por qué no se ha investigado antes, qué intereses lo impidieron, quién es el responsable de diez años de complacencia con lo que ahora se nos presenta como un escándalo mayúsculo?
Madrid
Seguro que les ha pasado alguna vez. Cierras un libro, o sales del cine con la sensación de que te han contado una historia completa, pero un cosquilleo incómodo, persistente, te alerta de que no es así. Antes o después te acuerdas del saco que acarreaba el jardinero, de la copa rota en la biblioteca o el ataque de nervios de la doncella, ingredientes de más en un relato que no los explica, misterios aparentemente secundarios que no resultan serlo tanto porque hacen naufragar el resultado final.
![](https://cadenaser.com/resizer/v2/T2IXGUI2AVPCBGXNOSOJXBCHHA.jpg?auth=1a8989e9c177d817d130a8e5dd79ec28e4999d5944fde3d4941b7f87887a3bb5&quality=70&width=650&height=780&smart=true)
JAVIER JIMÉNEZ BAS
![](https://cadenaser.com/resizer/v2/T2IXGUI2AVPCBGXNOSOJXBCHHA.jpg?auth=1a8989e9c177d817d130a8e5dd79ec28e4999d5944fde3d4941b7f87887a3bb5)
JAVIER JIMÉNEZ BAS
Más información
El tres por ciento ha pillado a Artur Mas. Hacía mucho tiempo que lo esperábamos. Cualquier otra cosa habría resultado inverosímil, y sin embargo, señeras aparte, el argumento chirría. Estoy totalmente de acuerdo con quienes propugnan que, en un caso de corrupción tan clamoroso, invocar una persecución política es una defensa inadmisible, además de patética, pero me inquieta algo más. Si Pasqual Maragall denunció el tres por ciento en febrero de 2005, ¿qué ha pasado desde entonces? ¿Por qué no se ha investigado antes, qué intereses lo impidieron, quién es el responsable de diez años de complacencia con lo que ahora se nos presenta como un escándalo mayúsculo? No sólo han ido a la cárcel los corruptos, nos dicen, también están allí los corruptores.
Pero no se corrompe sólo por acción. También puede corromperse por omisión, y hasta que no aflore toda la información sobre las omisiones que hayan podido acompañar a las acciones durante una larga década, hablar de regeneración democrática resultará, una vez más, una broma.