¿Desplegando la bandera se ocultan todas las vergüenzas?

Madrid

12 de octubre, todavía 12 de octubre... Día de la Fiesta Nacional. Pero, ¿qué celebramos exactamente este año? ¿Celebramos que casi un 50 por ciento de los catalanes ha terminado por sentir el desafecto alimentado por la retórica hábil de algunos y la parálisis táctica de otros?

¿Celebramos, acaso, el debate baldío sobre la forma que debe adoptar la España de pasado mañana, la discusión un tanto numantina sobre el unionismo o el federalismo, sobre el centro o la periferia, sobre un proceso de mayor centrifugación competencial o sobre la recentralización?

¿Qué celebramos en esta fiesta nacional? ¿Celebramos quizá las betas corruptas de ciertos partidos y de algunas instituciones? ¿Celebramos, acaso, el chapapote denso, pegajoso que supuraban las rendijas de las puertas de algunos despachos donde se contrataban conciertos o se adjudicaban grandes campañas de publicidad?

¿Celebramos este doce de octubre una LOMCE que no se aplica, una educación que son incapaces de pactar, una justicia que no se despolitiza o un constitucional presidido por un ex militante de un partido, o un sistema de partidos que no se termina de democratizar?

¿De verdad hay quien cree que desplegando la bandera se ocultan todas las vergüenzas?

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Y, ¿por qué lo seguimos celebrando con uniformes en las calles y trajes de gala en los salones?