La sociedad catalana da mil vueltas a algunos de sus políticos

Madrid

Creíamos que ya lo habíamos visto y escuchado todo en esta campaña electoral para las catalanas del domingo. Pero cuan equivocados estábamos. Parecía insuperable el lenguaje indio de Artur Mas, sus amenazas, el discurso del miedo del gobierno, Mariano Rajoy navegando en una respuesta sobre la nacionalidad catalana, sus vasos y sus platos, las desafortunadas comparaciones de Felipe González, pero hoy los políticos se han superado. Una vergonzosa escena en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona en plenas celebraciones de la Mercé, el concejal de Esquerra Alfred Bosch ha sacado y ha colgado una estelada e inmediatamente el concejal del PP, Alberto Fernández Díaz, se ha sacado del bolsillo una bandera de España que ha intentado colocar en medio de un rifirrafe con otros de los allí presentes.

En medio Artur Mas, a quien la lamentable escena le ha arrancado una sonrisa, y la alcaldesa, Ada Colau, que ha lamentado la politización de ese acto. Todo de vergüenza ajena, porque a los protagonistas se les supone un plus de responsabilidad y sentido común por el lugar que ocupan. Pero no. Estos días se habla mucho de la crispación y el frentismo entre la sociedad catalana, algo de lo que también se podría hablar, pero visto lo de estos días la sociedad catalana les da mil vueltas a muchos de estos políticos, que en un momento en el que se necesita, más que nunca altura política e inteligencia para afrontar uno de los mayores problemas que ha tenido el estado en democracia, responden con vasos y platos, recordando a Maduro o a Stalin, defendiendo la nacionalidad española cuando solo quieren ser catalanes y desde hoy con banderas. Si el problema era este, qué decepción, pensaba que las aspiraciones de unos y otros tenían más fundamento.

A la campaña electoral le quedan exactamente 26 horas, una jornada completa. Mucho tiempo, demasiado, muchas horas para seguir haciendo el ridículo.

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