“Puedo porque creo que puedo”
Así fue la mentalización de Carolina Marín de cara a un Mundial que una mes atrás tenía casi imposible
Carolina Marín golpea desde arriba / DARREN WHITESIDE (Reuters)
Puedo. Yo puedo. Sí puedo. Porque creo que puedo. No lo pienso, no lo imagino, no lo sueño. Lo creo. Creo que puedo con un DNI español, con dirección de Huelva, con 22 años. Y además creo que puedo fuera de casa, en Indonesia, donde el bádminton cuenta con más de 300.000 licencias. Pero es que también creo que puedo ganar a malayas, chinas, coreanas o indias, por mucho que sean las mejores raquetas de sus países. Puedo, porque creo que puedo.
Porque ya lo he hecho una vez y creo que puedo hacerlo de nuevo. "No voy a defender un campeonato del Mundo, voy a ganar otro campeonato del Mundo". Puedo, porque creo que puedo.
Creer, poder, hacerlo. Así fue en 2014. Y Carolina Marín se proclamó campeona del Mundo. Creer, ¿poder?. Antes de viajar a Yakarta reconoció no estar al 100% físicamente. Cifró su estado en un 80%. ¿Sería suficiente?, ¿cómo afecta una lesión un mes antes de viajar?. Ese era uno de los problemas. El otro estaba en el plano mental. Un año después del primer oro de una española en un Mundial de bádminton, las relaciones entre Carolina y la Federación Española de Bádminton son casi inexistentes. ¿Puedo porque creo que puedo? Creyó que podía y lo logró.
Sin importarle el rival o la bandera que llevase en la camiseta. Con su entrenador, Fernando Rivas, a su lado. Con su psicólogo, Pablo del Río, al otro lado del correo electrónico. Levantando el puño con cada punto, sin distraerse con las interrupciones del juez de silla, mirando a los ojos a Saina Nehwal, desafiante, sin pestañear, hoy gano yo, porque puedo, porque creo que puedo.
Ha contado Pablo del Río en 'Carrusel' parte de la estrategia de la campeona del Mundo: "Carolina, en lugar de cabrearse en un error no forzado, se ríe". Y así se despide de Yakarta. Riendo. Porque pudo, porque creyó que pudo.
