Entre bordes y estirados
Hay que tener más empatía
Madrid
Los antipáticos y los estirados tienen una fama inmerecida. Pues es mejor en la vida ser empático, e incluso simpático, que borde. Pero estamos rodeados de bordes que te van gritando sus verdades como puños con el ceño fruncido y con la altanería de la sinceridad. Le pasó a la canciller Angela Merkel cuando le dijo a una niña palestina que vive en Alemania que su porvenir allí como estudiante es volver al campo de refugiados, porque allí, en Alemania, no caben tantos. Cuando la niña comenzó a llorar, Merkel trató de remediarlo pero ya no pudo impedir que esas lágrimas fueran el adjetivo adecuado a su opaca antipatía.